27 de abril de 2008

El tren de la vida

Si bien no soy poetisa y mucho menos escritora, hay ciertas cosas, en este caso, esta foto, que me inspiran a poner mis pensamientos y reflexiones en palabras. Ante todo agradezco la gentileza de R. Yommi de "Por los rieles del Sud" quien amablemente me permitió publicar esta foto que me parece espectacular.
Alguna vez leí en una de esas tantas presentaciones que nos llegan por email que nuestra vida es como un viaje en tren con numerosas paradas en diversas estaciones. Que viajamos en ese tren, esa formación con exactamente la cantidad de vagones que nos hacen falta para encontrar en ellos a nuestros compañeros de viaje, esas personas que se nos cruzan en nuestras vidas por un motivo en particular. A través de nuestra larga travesía, muchas de esas personas estarán con nosotros hasta el final del recorrido y muchas otras se bajarán para acompañarnos sólo en un tramo del viaje....
A veces, caprichosamente, algunos de los pasajeros se sientan tan lejos que debemos recorrer el tren completo para poder estar cerca de ellos y aún así, al haberlos encontrado, no podemos sentarnos a compartir el viaje porque el asiento contiguo está ocupado y sólo debemos conformarnos con que en algún momento ese asiento se desocupe para poder acompañarnos mutuamente en el recorrido.
Pero el tren de la vida es así, lleno de sueños, esperas, alegrías, tristezas, encuentros, desencuentros, llegadas y partidas.
Lo más lindo de este viaje es que no sabemos de antemano ni el recorrido, ni quiénes serán nuestros compañeros de viaje, ni siquiera cuándo nos tocará bajar. Sólo sabemos que cuando subimos nos encontraremos dentro del tren de la vida, una vida llena de sorpresas, de las lindas y de las "no tan lindas" pero que aún así nos servirán para aprender que cuando creamos que hemos perdido nuestras fuerzas, tendremos algún pasajero que nos ayudará a levantarnos y seguir viaje juntos.
Es domingo por la noche y llueve en Buenos Aires. Reviso mi valija, la que traigo desde que subí a este tren y encuentro amor, sonrisas, felicidad, alegría, generosidad, paz, amistad, besos, abrazos, una gran cantidad de "Te quieros", paciencia, fortaleza, optimismo y respeto. A pesar de lo repleta que está mi valija, no pesa casi nada porque he logrado deshacerme de tristezas, desánimos, pesimismos y preocupaciones.
Mi vida, mi tren, es como el vagón de esta foto. A este vagón abandonado lo recubre la enredadera que lo llena de flores para transformarlo y demostrarle a todo el mundo que podemos convertir nuestras adversidades, renaciendo y siendo cada vez mejores personas, MÁS GRANDES a pesar de las sorpresas del camino.

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