20 de enero de 2008

El tren fantasma

Desde el 26 de diciembre, fecha en que publiqué el post sobre la locomotora que andaba sola, me quedó dando vueltas por la cabeza la idea de que esta noticia parecía salida de un cuento de ciencia ficción.
Me pregunto: ¿Será que estas formaciones buscarán decirnos algo? O... tal vez... hacernos reflexionar para que "no olvidemos nuestro pasado".
Aquí publico algunas reflexiones sobre el tema.
Como salidas del tiempo, atravesaron el andén de los recuerdos y se echaron a andar, no en una loca y desenfrenada marcha, sino llamando la atención y queriendo ser escuchadas. Ellas nos dicen: "Somos las voces de aquellos pasajeros que se quedaron allí, detenidos en el tiempo", como en esas viejas postales amarillentas. Ellos quizás, sean quienes, de vez en cuando, accionen el motor de esas locomotoras. No se trata de un "tren loco", como dicen por allí, sino de nuestros antepasados que nos recuerdan épocas de esplendor, felicidad y plenitud. De familias satisfechas por el esfuerzo de sus trabajos, de las buenas épocas, del transporte de pasajeros en visitas familiares. La llegada de los famosos "viajantes" que acercaban desde Buenos Aires, las novedades del momento a esos pueblos a los que no llegaba más que el tren. Pueblos que transportaban el fruto de su esfuerzo, sus cosechas, hacia los puertos o las grandes ciudades industrializadas.
De la mano de mi amiga Viviana, desde España, me llegó el recuerdo de estos espectaculares "Cuentos Asombrosos" del genio de Steven Spielberg, serie que veía cuando era chica.
Debajo de este artículo hice una síntesis del cuento, lo edité para que no fuera muy largo pero vale la pena verlo en su totalidad.
Para quien quiera verlo completo aquí van encontrar el capítulo I, el capítulo II y el capítulo III.
Mi abuelo paterno, "ferroviario", se me fue cuando yo sólo contaba con doce años. En la familia se comentaba siempre que sus problemas de salud comenzaron cuando tuvo que alejarse de "su amado ferrocarril".
Este cuento asombroso es la imagen que siempre quise tener de él. Al igual que el protagonista, tenía su boleto guardado desde muy chico y un día lo utilizó.
Cuando cierro los ojos puedo verlo saludándome desde la ventanilla del tren de los recuerdos.


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